viernes, 22 de enero de 2010

22 de enero de 2010

Día de Edurne: Hoy ha sido una mierda de día. Para empezar me he despertado ya súper cansada. Por el camino en el bus me iba quedando dormida, sin poder evitarlo. Cuando he llegado he ido a mi oficina y me he puesto a continuar con la presentación. Cuando llevaba una hora o así no se que ha pasado, pero los programas de Microsoft Office han dejado de funcionar. Bien. He ido y le he pedido ayuda a mi jefe, que ha venido a intentar ayudarme, aunque no sabía como arreglarlo y ha llamado a otra persona. Al final me han puesto los archivos del Word para que se abriesen con wordpad y ya podía escribir en ellos, pero no podía usar el PowerPoint y me he pasado el resto de la mañana sin poder hacer mucho.

Los viernes, a la hora del lunch, en mi trabajo hacen un sorteo. Venden papeletas a 20 cronos y puedes comprar tantos como quieras. Así, meten tantos papeles como papeletas hayas comprado con tu nombre, y se van sacando de uno en uno, diciendo los nombres en alto. El penúltimo nombre en salir gana una botella de vino blanco, y el último, una botella de vino tinto. Yo no he ganado, joooo. Había comprado dos papeletas. No es que esté para gastarme el dinero a lo loco, pero todo el mundo juega, y si no compraba creo que me iba a quedar un poco margi, y si ya no me resulta muy fácil integrarme debido al idioma.

Bueno, después del lunch me he subido a la otra casa (porque donde se hace el lunch está en un edificio y mi oficina, junto con algunas otras, están en otro) con Solveig y me he metido en la oficina otra vez. Estaba cansada y no me apetecía hacer nada. Sonará un poco mal, pero me levanto muy temprano, llego muy tarde a casa, nunca me hecho la siesta y a estas alturas, que es viernes, ya no podía ni con mi cuerpo.

Finalmente se han hecho las 14.00 y me he ido a pillar mi bus. Por el camino me he encontrado con Solveig, que me ha regalado la botella de vino que ha ganado en el lunch. Yo que estaba de mala leche porque este día ha sido largo y todavía tenía que llegar a casa y todo, me he alegrado bastante. Le he dado las gracias 3 ó 4 veces y le he dicho: I love vino tinto, y es que es cierto.
Así he cogido el bus y he empezado mi larga ruta diaria para llegar a casa. Se me cerraban los ojos, pero no podía dormirme o iba a terminar a saberse donde. Me he esforzado mucho, aunque aún así he dado alguna cabezada de esas de 1 segundo.
Antes de subir las escaleras de l muerte he ido al “Rema 1000” a comprar algunas cosas que hacían falta. Al subir las escaleras, entre lo cargada que iba con la compra y el vino y lo cansada que estaba, creía que me iba a morir, pero no. Cuando he llegado a casa Mara ya había comido y había hecho comida también para mí. Macarrones con zanahoria y tomate. De ahí… a dormir la siesta, que falta nos hace.

Día de Mara: Hoy también ha sido un día completito: he iniciado la mañana como siempre. He llegado a currar y me he puesto a ayudar a Heidi a terminar de limpiar unos estantes del museo. Después de eso he abierto mi correo y, no me ha dado tiempo de nada mas, nada mas que de abrirlo, cuando Hilda me ha llamado para ir a enseñarles el otro museo a un grupo (y así lo veía yo también). Una vez visto, hemos vuelto a la oficina a comernos el “lunch”. Cuando hemos terminado, Hilda y yo nos hemos dirigido a coger el coche de su madre (que le sale gratis el parkin con el) y hemos ido a donde estaban las pistas de hielo. Allí estaba su hijo con su clase. Su hijo tiene 8 años y se llama algo así como Nicolás (pero en noruego). Hemos estado tirándonos sobre trineos por rampas de diferente tamaño y patinando sobre hielo. La verdad es que ha estado bien. A pesar de las condiciones del hielo natural, con imperfecciones que dificultan el patinar sobre él, ¡no me he caído ni una vez! A la vuelta Hilda y su hijo me han traído hasta la puerta de la residencia con lo que no he tenido que subir “la cuesta de la muerte”… Aunque, sinceramente, no se que es lo mejor del día: las cosas nuevas que he hecho hoy o no tener que subirla. Como he llegado a casa a las una y poco, me he puesto a hacer unos macarrones para Edurne y para mi. Como Edurne no venía y cansada de esperar, a las tres y pico he decidido comer sin ella. Pero, justo cuando he terminado… ¡ha aparecido por la puerta! Después hemos dormido unas horas la siesta con la intención de salir esta noche…

Cuando nos hemos levantado de la siesta, hemos merendado y nos hemos vuelto a la sede oficial a ver una peli que ha resultado ser un documental sobre la tierra muy bonito. Después del documental hemos estado hablando un rato muy laaargo hasta que a las once hemos salido a cenar. Mara ha cenado un súper batido de Kiwi, naranja y leche, con una tostada de aceite y sal y, Edurne, un súper yogurt con otra tostada. Después de cenar hemos vuelto a la sede a jugar otro rato al Uno y hacer planes para mañana. Sobre las dos nos hemos ido a la cama super cansadas (a pesar de la siesta). (…¡Jo! ¿¡Que quereis!? si es que estamos sin ociosidades!)

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